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![]() Graciela Paraskevaídis:Eduardo BértolaUn retrato del compositor argentino (1939-1996)PrólogoBértola es uno de los menos conocidos y más notables compositores de su generación, una generación que surgió a mediados de la década del sesenta y a la que pertenecen otros creadores latinoamericanos igualmente descollantes, como la colombiana Jacqueline Nova (1935-1975) o el guatemalteco Joaquín Orellana (1937). En la Argentina, son Oscar Bazán (1936) y Eduardo Kusnir (1939) algunos de sus compañeros más cercanos generacionalmente, si bien Bértola se sintió más allegado, por afinidad musical o personal, a sus connacionales Alcides Lanza (1929), Gerardo Gandini (1936) y Mariano Etkin (1943). Tampoco debiera sorprender el hecho de que Bértola sea casi un desconocido en su país de origen. Desconocido entre otros motivos porque, a partir de 1967 y hasta su muerte en 1996, vivió más de quince años de ese lapso fuera de Argentina, en Francia primero y en Brasil después y, salvo poquísimas excepciones - Tramos entre ellas -, compuso y presentó sus obras en el exterior, siendo los itinerantes Cursos Latinoamericanos de Música Contemporánea y el Núcleo Música Nueva de Montevideo los difusores más consecuentes de sus obras tanto instrumentales como electroacústicas, a los que se sumó, en los últimos años de su vida, el grupo de músicos formado a su alrededor en la Fundação de Educação Artística y en la Escola de Música de la Universidade Federal de Minas Gerais en Belo Horizonte, Brasil. Bértola era cordobés. La provincia de Córdoba y su capital homónima han sido escenario en distintos momentos de la historia argentina de importantes acontecimientos, tales como la así llamada "reforma de Córdoba", que en 1918 sentó las bases de un avanzado modelo de estructura universitaria (era la universidad más antigua en suelo argentino, superviviente de la del virreinato del Río de la Plata), modelo luego para otras altas casas de estudio del continente latinoamericano. Escenario también del estallido social conocido como "el Cordobazo", que el 29 de mayo de 1969 sacudió a todo el país, convirtiéndose en un nuevo y trágico capítulo de las conmociones sociales y políticas que condujeron al golpe militar del 24 de marzo de 1976, cuando Argentina se convirtió en "la casa sin sosiego" al decir de la escritora Griselda Gámbaro, título tomado significativamente por Gerardo Gandini en 1991 para una de sus óperas de cámara. Coronel Moldes / ResistenciaEduardo Juan Bértola nació no en la ciudad de Córdoba sino en Coronel Moldes [1], el 14 de julio de 1939. Después de cursar tres años de la carrera de arquitectura en la Universidad Nacional de Córdoba, continuó estudios de música primero en dicha ciudad y luego en Buenos Aires con Erwin Leuchter. En esos primerísimos años de la década de los sesenta conoció a varios de los colegas nombrados arriba. Alcides Lanza y Gerardo Gandini, compositores y también excelentes pianistas, le brindaron desde el primer momento amistad y apoyo, estimulándolo a continuar con la creación musical. Para Lanza (quien en ese momento tenía un dúo de pianos con Armando Krieger) Bértola compuso Usher-II-2005 (1966) estrenada por dicho dúo, y para los treinta años de Gandini Las doradas manzanas del sol (1966), también estrenada por el homenajeado. A partir de 1963, Bértola se estableció en Resistencia, Chaco, donde dio clases de música en la Escuela de Arte Infantil de la provincia. Entre 1964 y 1968, fue director de la recién creada Escuela de Música de la misma provincia, y se desempeñó también como asistente del Coro Polifónico dirigido por Yolanda P. de Elizondo, para el que compuso Variantes Alpha-Omega (1966). Paralelamente a sus actividades curriculares, Bértola fue en Resistencia el gestor y el impulsor de varias iniciativas, como la creación y dirección de la Orquesta de Cámara de la Provincia (1965) y de un pequeño conjunto coral mixto, y la realización de una exposición de partituras de compositores de América y de sendos seminarios de información sobre la música del siglo XX, ambos eventos realizados en colaboración con Mariano Etkin y la autora de este texto durante el correr de 1967, en el marco de la recién creada Universidad Nacional del Nordeste. Bértola realizó una breve estada en París entre mayo y agosto de ese mismo año 1967, preparando un eventual período de estudios allí, en el transcurso de la cual tuvo - según sus palabras - un par de útiles encuentros con Iannis Xenakis y tomó contacto con Pierre Schaeffer. Al haber sido rechazada su solicitud de beca en el Centro Latinoamericano de Altos Estudios Musicales (CLAEM) del Instituto Di Tella para el bienio 1967/1968 (sin duda una mancha en los anales del CLAEM), y al haber recibido su entonces esposa, Elena Oliveras, una beca del gobierno francés para estudios y doctorado en historia del arte, Bértola se trasladó a París donde residió entre mediados de 1968 y mediados de 1971. Para sobrevivir, desempeñó diversos oficios, entre otros el de operador de cine, tareas que complementaban las exiguas finanzas de la joven pareja, a las que se agregaban el cobro de su licencia de trabajo de la Escuela de Música y el status de estudiante patroné, ayuda ésta no monetaria. ParísEn París, Bértola asistió a los cursos de música electroacústica dirigidos por Pierre Schaeffer que se dictaban tanto en el Groupe de Recherches Musicales (GRM) como en el Conservatoire National Supérieur de Musique, en los períodos lectivos 1968/1969 y 1969/1970, y un período completo - entre noviembre de 1970 y junio de 1971 - al curso de acústica dictado por el prestigioso especialista Émile Leipp en la École des Sciences de la Sorbonne, una experiencia importante para afirmarlo en su trabajo compositivo. Nuevos e informales encuentros con Xenakis también son comentados por Bértola como valiosos. En noviembre de 1969, participó en la fundación del GIMEP (Groupe International de Musique Électroacoustique de Paris) junto a sus colegas Pierre Boeswillwald (Francia), Joanna Bruzdowicz (Polonia), Dieter Kaufmann (Austria), Jacques Lejeune (Francia) y la prematuramente desaparecida Micheline Coulombe-Saint Marcoux (Canadá), con el objetivo de difundir la música electroacústica de los integrantes del grupo, el cual logró llevar a cabo algunos conciertos tanto en París, como en Varsovia, Viena, Klagenfurt y Freiburg. Por otro lado Bértola, a través de las actividades de su esposa, se vinculó con el seminario de Sociología del Arte dirigido por Jean Cassou en la École Pratique des Hautes Études de la Sorbonne, en el marco del cual el compositor dictó algunas conferencias sobre música contemporánea. También se vinculó en fructífero diálogo con varios de los más destacados representantes del arte cinético que vivían y trabajaban en París, para algunos de los cuales, como Luis Tomasello, fungió como asistente y realizó trabajos de artesanía destinados a las instalaciones de sus exposiciones. Elena Oliveras recordaría qu
En 1970, asistió a los Cursos Internacionales de Darmstadt, donde presentó Dynamus II, en el marco de la clase de Günther Becker [3]. En Dynamus, dice Bértola,
El aludido período de estudios con Leipp fue medular para Bértola y sus obras futuras. El entusiasmo fue mutuo: no es muy difundido el hecho de que el sonograma de un fragmento de Dynamus fue incorporado por éste a su conocido tratado de acústica musical [4] en el capítulo dedicado a la música electroacústica. Dynamus II (1970), estrenada en un concierto del GRM en Les Halles el 26 de febrero de 1971,
según explica el compositor en el programa de mano. Penetraciones (1970, versión definitiva de 1972), la obra siguiente a Dynamus cronológicamente, también fue realizada en París, y revisada en Buenos Aires. Al comentar el estreno de la obra en el Núcleo Música Nueva de Montevideo en 1978, Coriún Aharonián señalaba que
Al respecto de Penetraciones, enfrentamos uno de los enigmas a los que Bértola nos somete con frecuencia. Al reelaborar la obra, éste tenía el hábito de cambiar también el título de la misma. En este caso, Penetraciones no es otra que la versión definitiva de Rouges, realizada en 1969 para cinta magnética y luces, en la que Bértola quería integrar experiencias sinestésicas. En una autobiografía de Bértola de 1972 (cotejada en la época con éste por Aharonián), queda sin embargo evidente que Rouges había dejado de existir para ser sustituida por Penetraciones. Rouges integró el programa que el GIMEP presentó en Freiburg (Alemania) el 19 de febrero de 1971. El título o, más bien, la direccionalidad que el compositor imponía a través de éste sobre la percepción auditiva y visual de la obra fueron puestos en tela de juicio por la autora del presente texto en la conversación que siguió al concierto. Si ésta influenció sobre Bértola para la modificación del nombre de la obra, no lo sabemos con certeza. Lo incuestionable es que el título Rouges, como se dijo, desapareció del catálogo de obras [5]. Además de estas modificaciones, también fue costumbre inveterada de Bértola - particularmente en la década de los sesenta y setenta - "perfeccionar" y "retocar" una y otra vez las partituras instrumentales, incluso las ya estrenadas, pero sin tomar las debidas precauciones de aclararlo. Por ejemplo, Traslaciones (1976) fue aparentemente primero para piano pero se convirtió luego en una partitura para flauta sola; su material original fue reciclado sin muchas modificaciones para Tráfego (1977), nuevamente para piano. Por otro lado, hay dos versiones de Traslaciones para flauta. Otros casos: Signals fue primero para 17 y luego para 16 instrumentos; La visión de los vencidos (1978) tuvo primero una versión para cuatro flautas y, a los pocos meses, una segunda para éstas más contrabajo y dos percusionistas. Pexoa (1971) sería la última obra electroacústica realizada en París, antes del retorno de Bértola a la Argentina. Su título se asocia con un viejo puente en la provincia de Corrientes, que había dado lugar a una canción, muy popularizada en los sesentas por Los Trovadores del Norte. Buenos AiresAl regresar a la Argentina el 14 de julio de 1971 (día de su 32º cumpleaños),
Bértola volvió a Resistencia, vinculándose con la Universidad Nacional del Nordeste al parecer muy auspiciosamente, según se deduce de una carta dirigida a Aharonián con fecha 29 de julio, apenas unos días después de su retorno:
El 13 de octubre del mismo año le escribe nuevamente a Aharonián:
El 7 de febrero de 1972 le comenta al mismo destinatario:
Sorpresivamente, a partir de mayo de 1972, Bértola pasó a residir en Buenos Aires, una decisión sin duda influenciada por el regreso de su esposa, ya doctorada, quien deseaba quedarse en la capital argentina, que le brindaba un campo laboral más amplio para su especialidad. El 15 de octubre de 1972, su obra Signals para diecisiete instrumentos es estrenada en la ciudad de Graz (Austria), en el marco del festival anual de la Sociedad Internacional de Música Contemporánea. Con tal motivo, es entrevistado en Buenos Aires:
En ese mismo año de 1972, llevó a cabo conjuntamente con la compositora Hilda Dianda un ciclo de música electroacústica en el Teatro San Martín. Entre 1973 y 1974, Bértola fue becario del CICMAT (Centro de Investigación en Comunicación Masiva, Arte y Tecnología) de la Municipalidad de Buenos Aires, donde realizó estudios de análisis y técnicas de composición con Francisco Kröpfl, y donde compuso Moiré, Mecánica, Respiraciones y voces y, parcialmente, Gomecito contra la Siemens, o El diablo de San Agustín (otra parte de la obra fue hecha - como recuerda Kröpfl - en el Estudio de Fonología de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Buenos Aires, y el resto en el estudio privado del compositor). Simultáneamente, Bértola se desempeñó como técnico de sonido en la Radio de la Ciudad (ex Municipal), dio clases particulares e impartió cursos de disciplinas musicales en varios institutos oficiales y privados, entre ellos la Escuela Nacional de Arte Dramático (formación musical del actor) y en la carrera de Musicoterapia de la Universidad del Salvador, una institución de orientación jesuítica donde, entre 1973 y 1975, estuvo a cargo de las asignaturas de acústica, electroacústica y estética. Logró además mantener su propio estudio electroacústico. Después de su retorno, Bértola reforzaba sus declaraciones contundentemente latinoamericanas, plenas del combativo espíritu de los sesenta:
En 1975, gracias a los impulsos surgidos por un lado por la participación en enero de Bértola y Paraskevaídis en el IV Curso Latinoamericano de Música Contemporánea, y por la labor del Núcleo Música Nueva de Montevideo por otro, Bértola, Jorge Rapp y Paraskevaídis fundaron el efímero Núcleo Música Nueva de Buenos Aires (al que se integraron poco después los más jóvenes María Esther Cora y Raúl Rodríguez), logrando llevar a cabo varios conciertos que convocaron un público ávido y entusiasta, entre ellos dos de música electroacústica en el Instituto Goethe de Buenos Aires, en el primero de los cuales - el 15 de octubre - tuvo lugar el estreno de Tramos (estudio privado, 1975). El grupo dejó de existir dos años después, debido no sólo a las largas ausencias de Bértola y Paraskevaídis de Buenos Aires, sino también a los acontecimientos históricos imperantes en la Argentina. En Buenos Aires, Bértola compuso, además de las ya mencionadas, las siguientes obras electroacústicas: Elictros (estudio privado, 1971/1972), Historias para un movimiento imaginario (estudio privado, 1977) y Trovas, crónicas y epigramas I-VII (estudio privado, 1977), pensadas éstas para ser intercaladas, total o parcialmente, en un mismo concierto, a la manera de breves interludios entre obras propias o de otros. GomecitoGomecito contra la Siemens, o El diablo de San Agustín (1973) es el homenaje que Bértola rinde a un personaje muy humilde de Resistencia, un vendedor de diarios que un día fue atropellado por una camioneta de la empresa Siemens, accidente que lo dejó imposibilitado de seguir ganándose la vida. La gente se movilizó y algún abogado de buena voluntad trató de lograr que la Siemens se responsabilizara por el caso y le pagara a Gomecito una pensión mínima, a lo que la empresa se negó rotundamente, siendo respaldada por la justicia. El título alude al pleito planteado y la referencia al "diablo de San Agustín", a la rémora - hoy diríamos impunidad - de los mecanismos sociales y legales, cuando éstos involucran a los más poderosos. Escribe Bértola como comentario de la obra:
Esto último es una referencia importante para uno de los aspectos esenciales de toda la obra - tanto instrumental como electroacústica - de Bértola: la utilización, elaboración y transformación del espectro armónico como parte de la estructura compositiva. Las fuentes sonoras indicadas por Bértola son la voz humana, objetos cotidianos y generadores electrónicos de sonido. Francisco Kröpfl, por esos años director del CICMAT, dedicó a Gomecito... las siguientes reflexiones:
Gomecito... se distancia de anteriores creaciones electroacústicas como Dynamus o Penetraciones, no solamente por su más extensa duración, sino por la franca presencia del silencio, un silencio activo, que fractura los contínuos de las composiciones previas, generadores de ilusorias percepciones acústicas. Cursos Latinoamericanos de Música ContemporáneaEntre 1971 y 1984, Bértola participó seis veces como docente en los Cursos Latinoamericanos de Música Contemporánea (CLAMC), donde tuvo reiteradas oportunidades de dialogar y discutir con colegas y estudiantes sobre la nueva música del continente [10]. Algo similar sucedió durante los también anuales Festivales de Invierno de Ouro Preto (Brasil), de 1975 y 1976, en los que Bértola participó como docente invitado. En el marco de los CLAMC, Bértola se desempeñó - más allá de breves intervenciones en los ciclos de análisis musical y en los seminarios de información sobre la música del siglo XX - fundamentalmente como docente en el área de la acústica y de la música electroacústica, presentando en el V CLAMC (enero de 1976) sus ideas sobre una "música electroacústica pobre", basadas en planteos hechos por el norteamericano Gordon Mumma en el IV CLAMC (enero de 1975), y en lo que estaba ocurriendo en la música de varios compositores latinoamericanos en ese momento y, en el VII CLAMC (enero de 1978), sobre la influencia de la música electroacústica en la música instrumental, tema en el cual él mismo estaba activamente involucrado, sobre todo a partir de la composición de Trópicos (1975). Los CLAMC también le ofrecieron innumerables oportunidades para la presentación de sus obras electroacústicas e instrumentales. Finalmente, fueron los CLAMC los que hicieron posible la edición del fonograma Tramos (Tacuabé, Uruguay, T/E 33 CD), que incluye nueve obras instrumentales y electroacústicas de Bértola, que fuera presentado en Montevideo el 14 de junio del 2000, en un concierto del Núcleo Música Nueva y en Buenos Aires, en un concierto de homenaje a Bértola organizado por el grupo "l.v.", en el Centro de Experimentación del Teatro Colón (CETC), el 13 de agosto del 2000, contando con la colaboración del BAM (Buenos Aires Musical) y del propio CETC. BrasilEn medio de una extraña crisis de salud que lo afectara entre 1976 y 1978, de la que se recuperó refugiándose temporariamente en la ciudad de Córdoba, Bértola comenzó a viajar a Brasil invitado para distintas instancias desde 1975, estableciéndose primero en Brasília, donde entre 1979 y 1984 dio clases de armonía, contrapunto, análisis, acústica y música de cámara en la Escuela de Música de dicha ciudad, y análisis e historia de la música en la Facultad de Artes de la Universidad. La ayuda y el apoyo de su compatriota, el compositor y docente Emilio Terraza, fue decisiva en esos años allí. A partir de 1985, Bértola se trasladó definitivamente a Belo Horizonte adonde viajaba con frecuencia, y donde enseñó ese año composición y análisis en la Fundação de Educação Artística, coordinando también el laboratorio de medios electroacústicos de la misma. Entre 1985 y 1993, se desempeñó como profesor titular en la Escuela de Música de la Universidad Federal de Minas Gerais, dictando estética, contrapunto, introducción a la música del siglo XX, técnicas de ambientación sonora, análisis y composición. Entre 1986 y 1993, fue también profesor de posgrado de análisis fenomenológico en el curso de especialización en musicología histórica brasileña. Entre 1985 y 1990, actuó como coordinador del laboratorio de música electroacústica y entre 1986 y 1990, director de investigación en música contemporánea, siempre en el marco de la Escuela de Música de la Universidad Federal de Minas Gerais. El 1ª de marzo de 1994 renunció intempestivamente a todos sus cargos. Durante sus años en el Brasil, fueron muy pocas y cortas sus estadías tanto en su Córdoba natal como en Buenos Aires, y estuvieron fundamentalmente relacionadas con asuntos familiares y de salud. En uno de esos retornos, es entrevistado por Martín Müller [11]:
En 1995, Bértola abandonó Belo Horizonte en circunstancias y por causas que aún permanecen confusas, y pasó varios meses en Córdoba, visitando Montevideo entre el 11 y el 17 de setiembre, tras un brevísimo pasaje previo por Buenos Aires y un amago de viaje a Misiones. Era evidente que continuaba atravesando por una etapa de gran depresión y desequilibrio psíquico. No obstante, sus encuentros con colegas y amigos fueron muy afectuosos y sus comentarios en lo musical tuvieron la lucidez y agudeza de siempre. Curioso también recordar que en esos pocos días montevideanos, Bértola, un cinéfilo apasionado, vio tres veces El diario del Che, el excelente documental del suizo Richard Dindo, sobre el que hizo notables reflexiones. De regreso en Belo Horizonte a comienzos de 1996, donde se realizaron esfuerzos tanto para su reinserción docente como para integrarlo a un proyecto de "artista visitante", Bértola se suicidó el 20 de febrero, en la noche del martes de Carnaval. Trópicos, Tramos, La visión de los vencidosEn el lenguaje de Bértola se observa una consecuencia casi absoluta en la elección y elaboración de los materiales, presentados tanto en la utilización de los medios electroacústicos como de los instrumentales, de manera que facilita una aproximación a características permanentes, casi obsesivas, que se descubren a lo largo de toda su obra. Lo dinámico y lo estático, lo reiterativo, la continuidad no discursiva, la elaboración del sonido a partir del sonido mismo y de sus cualidades acústicas, es decir lo tímbrico como parámetro fundamental, algunos intervalos recurrentes como el tritono, la estructuración en bloques, la ausencia de retórica, la concisión, el particular uso del silencio: éstas serán las características generacionales esenciales también de otras músicas producidas en América Latina en la década de los sesentas y de los setentas, de las que Bértola es uno de los mayores exponentes. Trópicos fue escrita en pocos días durante el Noveno Festival de Invierno realizado en Ouro Preto, en julio de 1975, y estrenada en el transcurso del mismo por Joaquín Orellana (violín), Odette Ernst-Dias (flautín, flauta en do y flauta en sol) y Walter Souza (clarinete). Bértola expresó en sendos comentarios que
(La adjetivación utilizada no deja de ser llamativa.) Trópicos es una acabada muestra de la puesta en práctica de sus experiencias con el sonido: direccionalidad, distorsión, complejos sonoros, percepciones ilusorias, armónicos y diferenciales, microtonalidad. Bértola es en verdad un antecesor de lo que años después sería patentado en Europa como "música espectral". Sólo que, a diferencia de los compositores europeos, se muestra mucho más preocupado por hacer camino y poner en prácticas ideas y conceptos musicales, que por adherirles rótulos indicadores. Que quede claro que no interesa aquí la defensa de la paternidad de una supuesta invención, sino la simple comprobación de un hecho musical que incide incuestionablemente sobre los resultados creativos de una obra y la define estéticamente. El músico brasileño Sérgio Freire, antiguo discípulo y entrañable amigo de Bértola en Belo Horizonte, señala en su trabajo A produção musical de Eduardo Bértola que firma con Avelar Rodrigues que
Ya hay preanuncios de la utilización de estos elementos espectrales en la temprana Las doradas manzanas del sol (1966), utilización que culmina con la primera versión de La visión de los vencidos y su extraordinario manejo de los diferenciales y del silencio, dentro de una clara estructuración de bloques de variada duración, densidad y textura, en el último de los cuales se registra uno de los momentos de mayor intensidad lírica encontrados en toda la obra de Bértola. De La visión de los vencidos hay una primera versión para cuatro flautas y una segunda con el agregado de un contrabajo y dos percusionistas, ambas de 1978 aunque diferentes. De esta segunda versión se encontraron póstumamente un primer borrador, y versiones no acabadas que he denominado IIa y IIb.6 Bértola toma el título de una de las recopilaciones de narraciones indígenas sobre la conquista mexicana realizada por Miguel León-Portilla [13]. El epígrafe de la partitura de ambas versiones reza:
También se comprueba que con La visión de los vencidos Bértola abandona la escritura proporcional que había preferenciado en las obras instrumentales previas, volviendo al uso de las barras de compás. Pero no abandona - por el contrario, intensifica - la presencia de aquellos intervalos y registros mediante los cuales se obtendrán espectros armónicos muy ricos, y el "contrapunto de estratos sonoros", como solía definir el compositor la interacción de instrumentos o registros, según lo recogen también Freire y Rodrigues [14]. Sin embargo, Tramos, terminada poco después de Trópicos, a su regreso a Buenos Aires, se define como su obra electroacústica más arriesgada [15], pero - sorprendentemente - deja de lado la elaboración de los espectros acústicos y se orienta hacia el collage lineal. (El concepto de lo lineal despojado reaparecerá años después en varias de las últimas obras instrumentales.) ¿Música acústica o electroacústica?Un tema poco discutido con el propio Bértola y sobre el cual éste nunca se manifestó abiertamente, fue su rechazo a la incorporación de las posibilidades que podían ofrecerle las tecnologías de punta de los años ochenta y noventa. La presencia, en el último período de su vida, de obras exclusivamente instrumentales, apunta no sólo a la explotación y profundización del enorme campo perceptivo que Bértola extraía de los instrumentos tradicionales, sino también a un dar la espalda a lo que previamente había ocupado un lugar preponderante en su producción, es decir, a la labor en el estudio electroacústico. También es curioso que Bértola nunca mezcló los dos medios en sus composiciones; o son puramente instrumentales o puramente electroacústicas. Pero, indudablemente, su experiencia electroacústica analógica pesó siempre muchísimo en su composición instrumental, como el propio compositor lo manifestara en varias ocasiones. ExtraviadasOtro aspecto característico de Bértola es la poca claridad alrededor de las obras en las que alguna vez trabajó, pero que en principio no llegaron a completarse y/o están aparentemente perdidas. Por ejemplo, E. Oliveras comenta [16]:
de las que nunca hubo mención posterior. Tampoco hay rastros de la Elegía I para orquesta ni de una nueva versión de Procne [17] ni de Illuminations para orquesta [18], ni de una Misa brevis [19], sobre la que expresa:
MorendoOs sonhos (1980/1982) para orquesta está dedicada a Emilio Terraza y fue estrenada el 14 de agosto de 1982 en el Teatro Nacional de Brasília bajo la dirección de Simón Blech. Bértola escribe en el programa de mano:
En esta obra Bértola utiliza una escritura por un lado más vertical y armónica y, por otro, más en paralelo, que ya había hecho su aparición parcial en La visión de los vencidos, con intervalos como la quinta justa armónica. Se trata de un tipo de escritura que se impondrá sobre todo en los dúos. También parecería premonitorio que el término morendo sustituya a la palabra "fin", que Bértola usaba a menudo para cerrar sus partituras, en la mayoría de las obras a partir de 1977: Um no outro, La visión de los vencidos (versión II), Os sonhos, De sonhos e quedas, Retornos do tempo, Rituais do imaginário, Caminhos de sinais, Lucípherez y Grandes trópicos. Belo HorizonteLas nueve obras instrumentales compuestas en Belo Horizonte entre 1989 y 1995 - de varias de las cuales existen afortunadamente registros fonográficos de archivo por el Grupo de Música Contemporânea da Escola de Música da UFMG -, señalan una cohesión interna, estructural y expresiva, contrastante con el resquebrajamiento psíquico del compositor, y también un abandono de realizar varias versiones de las mismas, sorprendente si se piensa en varios casos anteriores. En realidad, parecería que Grandes trópicos es de las poquísimas que sufre varias transformaciones hasta su versión definitiva de 1995. A hora e a vez - Septeto Matraga (1989) para dos flautas (la primera tocando también flautín), trompeta en do, piano, dos violines y chelo, está dedicada al director de orquesta Oiliam Lanna, y se abre con un epígrafe del cuento de João Guimarães Rosa A hora e a vez do Augusto Matraga:
Es bajo la fuerte impresión de la lectura de este cuento que Bértola - después de cinco años de un silencio creativo sólo interrumpido por el inicio de la primera versión de Grandes trópicos - compone este septeto y escribe en la partitura:
Más allá de estas consideraciones filosóficas, A hora e a vez reúne dos de los elementos más característicos del lenguaje bertoliano: a) la exploración psico-acústica - afirmada en el campo instrumental ya más de diez años antes por Trópicos y La visión de los vencidos -, a través de los diferenciales y de diversas aleaciones tímbricas de las dos flautas, los dos violines, con estratos "solistas" como el de la trompeta o el del piano, y b) la estructuración en bloques de borde duro, presente prácticamente desde los inicios compositivos, pero de la que Tramos es su expresión máxima. A hora e a vez abre el último tramo de la vida y la obra de Bértola, quien ininterrumpidamente hasta 1995 compondrá otras seis obras de cámara y las dos versiones de Grandes trópicos. Rituais do imaginário (1992) para pequeña orquesta (dos flautas - la primera también flautín -, dos oboes, dos clarinetes en si bemol, dos fagotes, dos trompetas en do, arpa, ocho chelos, un contrabajo) fue un encargo de la Secretaría de Cultura de la Municipalidad de Belo Horizonte. Bértola no proporciona ninguna información sobre el título. Se intensifica en esta obra un elemento que ya rastreáramos y que se impone - tal vez por la instrumentación gemela o a causa de ella - tanto en Retornos do tempo (1991) para dos fagotes, dedicada a Benjamim Coelho, como en Caminhos de sinais (1992) para dos clarinetes, y que dominará los Cantos a Ho (1993): la linearidad despojada, la horizontalidad interválica sin el ropaje tímbrico mixto del uso de los complejos armónicos, verticales, generadores de ricos espectros acústicos. No se renuncia a ellos, pero la concepción es sin ambages lineal, de "nota contra nota", intervalo contra intervalo, en movimiento contrario o engañosamente paralelo. Las segundas - sobre todo simultáneas - compiten con la cuarta aumentada, aunque a veces se movilizan en paralelo o como fondo tímbrico para nuevas y amplias líneas. ¿Serán los intervalos del imaginario bertoliano los que crean estos rituales, tan desprovistos de falsa mística como cargados de real fuerza expresiva? Los Cantos a Ho (1993) son un homenaje al héroe vietnamita,
como explica Bértola en el comentario sobre esta obra. Es para flauta (que también toca flautín y flauta en sol), clarinete en si bemol, saxo contralto en mi bemol, fagot, trombón tenor en si bemol, violín y contrabajo. Está dedicada "Ao Grupo de Música Contemporânea da Escola de Música da UFMG", grupo que la había encargado y que la estrenó el 17 de marzo de 1994 en Belo Horizonte. Ellos son: Mauricio Freire (flauta), Mauricio Loureiro (clarinete), Dilson Florêncio (saxo), Benjamim Coelho (fagot), Edson Andrade (violín), Fausto Borém (contrabajo), Paulo Lacerda (trombón) y Oiliam Lanna (dirección). Para éste, Bértola inscribe en la partitura el siguiente reconocimiento:
Lucípherez (1994), para contrabajo solo, está dedicada a Fausto Borém, impulsor de esta pieza en honor del "más fuerte y bello de los ángeles que se rebelaron contra 'dios' [...] para alcanzar el más alto grado de libertad y creatividad". Todo un símbolo, sin duda. Como si el desafío consistiera aquí en sintetizar (pero no reducir) la utilización del material habitual en Bértola a un solo instrumento bien diferente del piano o de la flauta, sus instrumentos más habituales. Se genera un reciclaje lineal y vertical muy compacto, que recuerda algo de los Retornos do tempo. Grandes trópicosGrandes trópicos (1995), la última composición de Bértola, es para gran orquesta: cuatro flautas (las dos primeras tocan también flautín, la tercera toca flauta en sol), tres oboes, tres clarinetes en si bemol, tres fagotes, cuatro cornos en fa, tres trompetas en do, tres trombones en si bemol, percusión (caja clara, tambor, dos platillos suspendidos - grave y medio -, un tamtam grave, tres timbales - grave, medio, agudo -), diez violines primeros, diez violines segundos, ocho violas, ocho chelos, ocho contrabajos. Es la más expandida instrumentalmente, apoyada en la cita - real o imaginaria - de secuencias y fragmentos de obras precedentes. A la primera versión de estos Grandes trópicos concluida en 1992, Bértola adjunta algunas explicaciones esclarecedoras:
En la posdata que cierra el texto anterior, el compositor agrega:
La instrumentación de la versión final difiere de esta versión previa, así como el transcurso de la obra que se halla bastante modificado. Si bien se conservan las referencias a las obras mencionadas por el propio compositor - muy significativas por cierto dentro de su producción total -, la estructura final resultante es otra. De las tres partes en que se articulaba la versión de 1992, existen ahora once secciones y una coda, una subdivisión estructural que es brindada por Bértola acompañando el ejemplar legado al Núcleo Música Nueva de Montevideo. Grandes trópicos es como un último puente entre lo real y lo imaginario, entre lo existente y lo virtual, entre el sueño y la caída. Es el retorno del tiempo que no retorna. DúosAdemás de las dos obras - bastante separadas en el tiempo - que Bértola compuso para dúo de pianos - Usher-II-2005 (1966) y De sonhos e quedas (1990), hay cinco dúos para instrumentos iguales o similares: Anjos xifópagos (1976) para dos flautas, Um no outro (1977) para dos chelos [20], Duo dos temperamentos e das cores (1984) para violín y viola, Retornos do tempo (1991) para dos fagotes, y Caminhos de sinais (1992) para dos clarinetes en si bemol. Estructuras interválicas y tímbricasLas segundas mayores y menores en los registros agudos generan el caudal de armónicos y diferenciales a los que Bértola concede esencialidad casi absoluta. El consabido y familiar tritono es un intervalo obsesivo - también generacionalmente -, presente ya en las obras de 1966: Variantes Alpha-Omega, Usher-II-2005 y Las doradas manzanas del sol [21]. Por otro lado, la primera de estas obras no oculta su procedencia noniana ("Il canto sospeso", "Canciones para Silvia") también en la fragmentación silábica y en los grandes saltos que son características de estas dos obras de Nono. La apertura sobre el texto "alpha omega" es todo un manifiesto interválico. Las dos obras para piano incorporan también el intervalo de marras y transcurren en base a "peines" (así se ven en las partituras) de rapidísimas notas repetidas, trinos y trémolos, que brindan abundantes ilusiones acústicas tanto en las frecuencias más agudas como en los enmascaramientos de las más graves. En Tráfego, la última obra para piano solo, hay como una síntesis de todos estos elementos: el tritono, los trémolos, los trinos, las notas repetidas a velocidad vertiginosa, el cluster móvil de segundas menores. En infinitas variantes y combinatorias, estos intervalos, los contínuos y discontínuos, lo horizontal y vertical, los bloques, los enmascaramientos, se presentarán como núcleo generador del lenguaje tímbrico-estructural de Bértola a lo largo de las treinta y siete obras conservadas, instrumentales y electroacústicas. Asombra permanentemente la consistente consecuencia - ¿la obsesividad? - con la que Bértola maneja esta materia prima; la economía de estos medios contrasta con sus ricos resultados sonoros. Las líneas horizontales a menudo solistas juegan también un papel estructural definido, particularmente en las obras de los últimos años. Así como en Varèse, a quien Bértola estudió a fondo y por quien siempre profesó enorme admiración, en Bértola estas "ideas fijas" se entienden como ejes de la acción conceptual. EpílogoComo ya se mencionara más arriba, la presencia de la música de Bértola en los conciertos del Núcleo Música Nueva de Montevideo ha sido muy frecuente, tanto en vida del compositor como posteriormente. En agradecimiento a la difusión de su música por esta institución, Bértola le legó la partitura de su última obra, Grandes trópicos - aun sin estrenar - , acompañada de la siguiente carta:
© 2000, Graciela Paraskevaídis Versión abreviada del texto "Eduardo Bértola", publicado en: Revista del Instituto Superior de Música, Nº 8, Universidad Nacional del Litoral, Santa Fe, Argentina, junio de 2001.
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